Antes que nada una aclaración. No estamos pidiendo que Riquelme, Schiavi y compañía se dirijan al estadio Monumental, se abracen en la puerta que da sobre Figueroa Alcorta y se saquen una foto festejando la estrella número 51 de Boca. No queremos eso porque estamos ante otra sociedad, ante otros códigos y especialmente ante otros fiscales que seguramente actuarían de oficio al instante pidiendo sanciones ejemplificadoras por incitación a la violencia.
Pero no por eso en La Passucci nos vamos a privar de recordar que Boca, mejor dicho los festejos de un Boca campeón, muchas veces superaron los límites de la lógica. Y está perfecto que así sea.
Ese grupo de jugadores que formaron el Boca campeón de 1965 se quiso dar el gusto y se lo dio. ¿Alguien los puede criticar por eso? Desde acá no sólo no los criticamos sino que los aplaudimos. Porque actuaron con el corazón y no con el cerebro.
Porque esos jugadores no sólo fueron boquenses dentro del campo de juego transpirando la azul y oro, sino que también lo fueron en la calle, más precisamente en esa vereda. Fueron hinchas que estaban felices, alegres, desbordantes ante un campeonato de Boca. Y obraron en consecuencia. Fue una actitud muy Passucci.
Se tomaron de los brazos, sonrieron delante del escudo de River y así quedaron inmortalizados para siempre en los corazones de la Mitad más Uno.
Pero no por eso en La Passucci nos vamos a privar de recordar que Boca, mejor dicho los festejos de un Boca campeón, muchas veces superaron los límites de la lógica. Y está perfecto que así sea.
Ese grupo de jugadores que formaron el Boca campeón de 1965 se quiso dar el gusto y se lo dio. ¿Alguien los puede criticar por eso? Desde acá no sólo no los criticamos sino que los aplaudimos. Porque actuaron con el corazón y no con el cerebro.
Porque esos jugadores no sólo fueron boquenses dentro del campo de juego transpirando la azul y oro, sino que también lo fueron en la calle, más precisamente en esa vereda. Fueron hinchas que estaban felices, alegres, desbordantes ante un campeonato de Boca. Y obraron en consecuencia. Fue una actitud muy Passucci.
Se tomaron de los brazos, sonrieron delante del escudo de River y así quedaron inmortalizados para siempre en los corazones de la Mitad más Uno.