Fuente: diario Olé correspondiente al 16 de abril de 2007.
Bueno, cuando desde La Passucci hablamos de negación de la realidad, de no hacerse cargo de las cosas que dicen, del doble discurso, de proclamar una cosa y realizar otra, nos acusan de sacar de contexto o de "photoshopear" las imágenes. Insistimos en que no es nuestra culpa poner en evidencia cada cosa que han dicho en diversos momentos de la historia. Este caso es emblemático: festejaron un empate pero no festejaron un empate. Sin (?).
Bueno, cuando desde La Passucci hablamos de negación de la realidad, de no hacerse cargo de las cosas que dicen, del doble discurso, de proclamar una cosa y realizar otra, nos acusan de sacar de contexto o de "photoshopear" las imágenes. Insistimos en que no es nuestra culpa poner en evidencia cada cosa que han dicho en diversos momentos de la historia. Este caso es emblemático: festejaron un empate pero no festejaron un empate. Sin (?).
El 15 de abril de 2007 Boca y River jugaron en La Bombonera. A los 45 segundos comenzó ganando Boca, con gol de Pablo Ledesma. En el primer tiempo hubo 5 o 6 jugadas claras de gol desperdiciadas por Palacio y Palermo y salvadas por Juan Pablo Carrizo. De esas jugadas que si no las metés, luego te lamentás... y Boca las lamentó, porque en el segundo tiempo River logró la igualdad. Empate que le permitía llegar a una increíble racha de 4 clásicos oficiales o 6 si consideramos también amistosos en los que Boca no pudo ganar. O sea, para lo que es el historial del superclásico desde los '90, una bestialidad de tiempo sin que River pierda.
Por el trámite y por esa racha, los de River festejaron. Pero como ellos no festejan empates, no festejaron. Textual de Olé: "Que los Bosteros no nos ganan nunca más/ olé, olé/ olé, olé, olá/ que los Bosteros...". El canto nació en las gargantas de los jugadores de River, se robusteció
en parte del cuerpo técnico y se hizo júbilo, desahogo y felicidad en
los dirigentes y colaboradores que acompañaron los festejos del plantel
en el corazón del vestuario visitante. Hubo saltos, abrazos, golpes como
tambores y la sensación insoslayable de que el equipo de Passarella
había hecho saltar la banca: a pesar de las siete atajadas clave de Juan
Pablo Carrizo, River alcanzó los seis partidos consecutivos sin perder
con Boca y no besó la lona en la Bombonera. "Yo no festejo empates...
Pero la gente de Boca estaba contenta porque festeja los empates",
minimizó —y desafió— el Kaiser, ya con la corbata en su lugar y menos
eufórico de como lo vieron dentro del vestuario."
En serio, no le pidan a La Passucci que intente analizar lo que hicieron y dijeron los jugadores, cuerpo técnico y dirigentes riverplatenses aquella tarde en La Bombonera. En el afán de "demostrar" en el campo de las palabras algo que contradicen en la cruda y palpable realidad no tienen límites y ejemplos como éstos los encontramos en cualquier recorte de la publicación que se les ocurra. Es la marca registrada de cualquier protagonista del "mundo River". Para nosotros festejar un empate es muchísimo mejor que no asumir la realidad.