20 de octubre de 2002, cancha de Banfield. Promediando el torneo Apertura, el que le peleaba la punta al Independiente de Montenegro, Insúa y cía. era River. De hecho, le había ganado en Avellaneda y pareció tomar carrera para una atropellada. Pero no. Es más, bastó una mala tarde, bastó una derrota abultada para que su hinchada, en este caso la barra para ser más precisos, decidiera abandonar de una de las formas más cobardes: provocar la suspensión del partido. Algo que hizo muchas veces a lo largo de la historia.
Con Banfield ganando 5 a 0 a eso de los 20 del segundo tiempo, el alambrado fue agujereado y un barra entró a robar una pelota y a exigirle el buzo a Comizzo. Acciones que tuvieron la clara intención de frenar el baile infernal que se estaba comiendo River y que derivó en la suspensión momentánea del partido. Gente subida en el alambrado, más los posteriores incidentes en la tribuna visitante obligaron al juez a suspender definitivamente el partido.
Fuente: diario Olé correspondiente al 21 de octubre de 2012.