Nada puede superar la fortaleza de un gesto. Se puede hablar y escribir mucho, se puede copar las redes sociales y desarrollar las APP más avanzadas pero la fuerza que puede tener un gesto es demoledora.
Un buen ejemplo es Don Antonio Alegre y su plataforma electoral de cara a las elecciones de 1999. Palabras, ideas, propuestas y un modelo de conducción que tenían ya en aquel entonces una visión por demás precisa de algunos escollos con los que podía llegar a toparse Boca en el futuro. Por ejemplo, el tema de la indumentaria y sus colores:
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Pero todas estas palabras, sabias, hermosas y principalmente apuntadas a defender la mística de Boca, son la nada misma al lado de un gesto que tuvo Don Antonio al estar a cargo de Boca en un momento de crisis terminal:
Don Antonio Alegre cerró los ojos y se tiró a la pileta sin tener la menor idea de si había agua. Hipotecó bienes de su propiedad. Sin ese gesto de Alegre, la vida institucional de Boca hubiera sido otra. Sin dudas. Y no estamos hablando de tener una Copa Libertadores más o una menos. La existencia de Boca estaba en riesgo.
Gestos. Esos gestos son los que definen a la personas. Y si esos gestos son desinteresados y con el objetivo de ayudar a Boca, en La Passucci no podemos hacer otra cosa que rendirnos ante ellos.
Alegre tuvo errores y aciertos. Como todos. Podríamos criticarle la segunda llegada de Menotti, al Profesor Habegger para echar a Blas, la cesión de Batistuta y Latorre a la selección Argentina antes de las finales con Newell’s y varias cosas más. Pero aquel gesto es una declaración de principios. Superior a todos sus aciertos, entre ellos por ejemplo el haber logrado repatriar al sueño de por lo menos dos generaciones: Maradona.
Gracias a Dios hoy no se necesita de un Don Antonio que se juegue su propio dinero para salvar a Boca. Lo que se necesita hoy son otro tipo de gestos. Los hinchas necesitamos de un gran gesto. Desde ya, igualmente valioso al de Don Antonio.
Correr a los 30 hinchas del Toluca al codo y vender la 3er bandeja del Riachuelo a los no socios hubiese sido un gesto. Venderle entradas a los hinchas sería un gran gesto. ¿Cuàntas? Las que se puedan. Las que no agoten los adherentes. Aunque sean 1000, serían un gesto enorme que al mismo tiempo hablaría de la sensibilidad de quienes tienen que tomar estas decisiones.
Correr a los 30 hinchas del Toluca al codo y vender la 3er bandeja del Riachuelo a los no socios hubiese sido un gesto. Venderle entradas a los hinchas sería un gran gesto. ¿Cuàntas? Las que se puedan. Las que no agoten los adherentes. Aunque sean 1000, serían un gesto enorme que al mismo tiempo hablaría de la sensibilidad de quienes tienen que tomar estas decisiones.