18 de septiembre de 1988, estadio Monumenta. Boca visita a River por la segunda fecha de la temporada 1988/89 y se produce la segunda invasión monumental consecutiva, tras el copamiento de 1987, la noche del gol de la Chancha Rinaldi de volea.
Aquella tarde primaveral, visitar territorio enemigo y meter más gente que el equipo local tuvo el plus de ir por la cabeza de Menotti (?). Con goles de Perazzo y Graciani en los minutos finales, Boca se adueñó del superclásico. Porque de la fiesta fue, es y será el dueño siempre. Centenario y Belgrano altas y bajas todas de Boca y miles de hinchas en San Martín alta y baja. Sino fijarse en los gorritos boquenses que se ven atrás de Pastoriza o en el pibe que tras el pitazo final de Calabria se para a festejar. O en la gente que se para a gritar los goles.
Estas imágenes son prueba de que vendiéndoles entradas a todos por igual, Boca va y te copa el gallinero como si nada. Mientras que al revés, la cosa se les complica muchísimo. Sigan participando. E intentando con cotillón comrpado al por mayor en Once (?). Que con gente nunca podrán copar la Bombonera.
Y meter bocha de gente en la San Martín, bastión histórico del paladar negro, es tremendamente simbólico. Un triunfo cultural de la garra boquense.