26 de enero de 1991, estadio José M. Minella. Por la Copa de Verano Boca derrota a River 2 a 1 con dos goles de Tapia. Nada como para festejar demasiado dirán hoy algunos. Y probablemente tengan razón. Pero en aquel momento de la historia, con un Boca hambriento de títulos y todavía sin darse cuenta de estar empezando a construir la paternidad, casi todo era causal de festejo interminable.
Cualquier excusa era válida para pelar cuero y revolear las remeras un rato largo. En las previas, en los entretiempos y en la finalización. Y más si enfrente había gente en silencio. Siempre es bueno marcar las diferencias entre pueblo desbordante en una tribuna y gente callada en la otra. Y nunca está de más que el paladar negro reciba lecciones mirando a una hinchada que alienta y festeja como debe hacerlo una hinchada.
Fuente: revista El Gráfico número 3721 correspondiente al 29 de enero de 1991.