26 de junio de 2011, estadio Monumental. Con el descenso a la B Nacional consumado, hinchas millonarios que después quieren autoconvencerse de que alientan en las buenas y en las malas, eligen la peor forma de aceptar la realidad: en vez de apoyar a sus colores proceden a prender fuego y romper tribunas, plateas, alambrados y vidrios de su propio estadio. Destrozos que días más tarde fueron arreglados con plata del Estado para que se pueda jugar la final de la Copa América.