13 de abril de 1987, estadio Monumental. Un nuevo superclásico jugado en Núñez donde hubo más hinchas de Boca que de River. Nada del otro mundo, porque hasta que empezó a limitarse el ingreso de público visitante a los estadios, era algo muy común. Esa noche, al igual que lo sucedido en 1988, los boquenses llenaron la Centenario Alta y Baja, Belgrano Alta y Baja y metieron gente hasta en la San Martín.
Pero en esta oportunidad, fecha 36 de la temporada 1986/87, el copamiento del Monumental contó con un agregado demoledor, que enaltece aún más la gesta del Jugador Nro. 12. En la San Martín Baja, casi arriba mismo del túnel local por donde salió River, se colgó una bandera azul y oro.
Cuando decimos que la hinchada de Boca tiene sobre el lomo décadas y décadas de mística, nos referimos a jornadas como ésta. Una constante que se repitió desde la misma fundación del club. El Jugador Nro. 12 no es una moda en tiempos que todas las hinchadas llevan la misma cantidad de gente como visitante. Una época donde de local hasta los Vélez, Newells, Unión y River llenan sus canchas. Hoy día está de moda ir a la cancha. Está socialmente bien visto.
El Jugador Nro. 12 fue, es y será por siempre el verdadero fenómeno popular del fútbol argentino porque en las épocas donde nadie iba a las canchas, cantaba presente moviendo verdaderas multitudes donde sea. Y metía más gente que River en su propia cancha y le hacía temblar de una vez por todas esa pista de atletismo. ¿Estamos exagerando? Ni un poco.
Dejemos que el Jugador -1 siga hablando de parlantes que de algo tienen que hablar. Por suerte los hinchas de Boca podemos hablar de cosas concretas, como colgar banderas de Boca en la San Martín y haberlos hecho sentir visitantes en su propia cancha. Algo que jamás, pero jamás de los jamases, el Jugador -1 pudo hacer en la Bombonera.