En su novela “El área 18”, Fontanarrosa escribe sobre Congodia, un pequeño país africano que logró su independencia básicamente apostando a los triunfos de su equipo nacional de fútbol. Pero de repente Congodia se ve amenazada por una corporación multinacional que decide pegarle donde más duele y busca armar un equipo capaz de ganarle un partido de fútbol en el mismísimo clima infernal del estadio Bombasí. No vamos a contar el final de la novela pero sí nos vamos a detener en una de sus páginas.
Cuando Fontanarrosa quiere describir el clima infernal del estadio Bombasí habla de “clima emocional”, “entorno de tanto voltaje” y “presión como ningún otro estadio del mundo”. ¿Y qué ejemplos usa para graficar al temido Bombasí de su novela? El San Paolo, el Maracaná y, obviamente, la Bombonera. Sinónimo mundial de estadio temido por la presión de sus tribunas sobre el campo de juego. Al punto de que jugadores del Flamengo en 1991 confesaron que ni el Maracaná se mueve y tiembla como nuestra querida Bombonera.
Así que es nuestro deber cuidarla, respetarla y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que sea ampliada y no convertida en un anfiteatro para partidos de tenis y recitales.
La Bombonera no puede terminar sus días sola y esperando algún que otro partido de Los Pumas. No señor. Queremos a nuestra Bombonera porque es única e irrepetible por sus cualidades arquitectónicas y ningún estadio nuevo, aunque tenga todas las comodidades, podrá ser un templo para que nuestros rivales se pongan pálidos mientras nosotros les hacemos temblar el piso.
Fuente: novela El Área 18
Gracias al Passucci Chaimon