martes, 19 de noviembre de 2013

Huracán 1 Boca 2 (1985)

15 de septiembre de 1985, cancha de Huracán. Por la primera rueda de la temporada 1985/86 el Boca de Di Stéfano llegaba a Parque Patricios sin desplegar un fútbol de alto vuelo, pero encaramado en los primeros puestos de la tabla. Campaña sustentada en base a garra y no mucho más. Obviamente había aportes individuales en Gatti y Tapia, pero lo que transmitían Hrabina, Vasco Olarticochea, Tata Brown, Tuta Torres y Passucci eran garantía de entrega hasta el último segundo de cada partido. Sea cual sea el resultado. Y nosotros contentos aquella tarde donde los corazones boquenses tuvieron una sobredosis de mística boquense.
Lluvia, barro, gol de Huracán y penal errado por Centurión. Todo en durante el primer tiempo. Pero cuando peor están las cosas, cuando más difícil venga la mano y parezca imposible, ahí estará Boca. Su hinchada alentando, esta vez bajo un verdadero diluvio, y sus jugadores tirándose de cabeza en cada pelota.
Se iba el partido, faltaban diez minutos y nada parecía cambiar. Hasta que aparecieron los que tenían que aparecer. En semejante barrial que era el campo de juego no le íbamos a pedir a Irazoqui que tire magia (?). Primero el empate de Passucci a los 80:


El festejo de Roberto es un tema en sí mismo. Ni hablar de su trepada al alambrado.


Y ya empatado el partido, ¿alguien dudaba que Boca lo daba vuelta? Nadie. Y esa convicción de que los milagros están siempre al alcance de nuestra mano es nuestra mejor carta. Era cuestión de seguir alentando en la tribuna y empujar a puro pelotazo en el campo de juego. Y en cuatro minutos, pasó lo que tenía que pasar. El segundo gol, del Vasco Olarticochea:


La historia de Boca está repleta de estos partidos. Que empiezan mal, torcidos y con todo en contra. Pero que se pueden dar vuelta con una receta que viene desde 1905, será muy vieja pero nunca pierde vigencia. Creer en los milagros y alentar para que sucedan. Cantar, saltar, mojarse, chupar frío, abrazarse con gente desconocida. Por qué no, rodar en una avalancha. Y seguir cantando, alentando a los jugadores. Nada más. Parece fácil pero a algunos les lleva una vida tratar aunque sea de entenderlo.




Fuente: revista El Gráfico número 3441 correspondiente al 17 de septiembre de 1985.

En cancha de Huracán hubo jugadores embarrados abrazados y colgados del alambrado, los hinchas saltando y festejando. No tanto por el triunfo sino por algo bastante más valioso: demostrarle a los hombres de poca fe que los milagros existen. Y que Boca es Boca.