Amigo Passucci, usted que creyó haber visto todo cuando River y su periodismo servil, La Corpo de River, tiran a rodar nombres de la talla de Del Piero, Guti, Sneijder, Lugano o Drogba, le tenemos malas noticias. Este vicio no es nuevo. Y tiene oscuras razones que ya mismo pasamos a detallar.
Corría mayo de 1981 cuando el mundo River se caía a pedazos. Con Boca puntero más el boom Maradona sobre rieles, goleado en la Bombonera el 10 de abril, con Labruna insultado por sus hinchas, eliminado de la Libertadores el 21 de abril y a partir de ese día y durante mes y medio con las populares vacías ya que su hinchada había tomado la decisión de abandonar al equipo, ¿adivinen qué hizo el mundo River en ese momento? ¿Callarse, reventar las canchas y redoblar el aliento hasta que cambie la racha? No señor. ¿Mirar para adentro y hacer una fuerte autocrítica? Menos que menos. La solución es mucho más sencilla: tirar un par de bombas de humo. De mucho humo.
Fuente: revista River número 1892 correspondiente al 5 de mayo de 1981.
Tengamos muy en claro que cuando el mundo River se ve en la lona empieza automáticamente a delirar con refuerzos de primera línea. O mejor dicho, es al revés. Cuando empecemos a escuchar este tipo de estruendosos refuerzos en River, sepamos que esa gente está aniquilada y lo que hace es pedir a gritos que se le preste un poco de atención. Sólo eso. Un mecanismo de defensa muy gallina pero generalmente efectivo. Sus hinchas piden a gritos evadirse de la realidad, no enfrentarla y ese es el mejor camino. Tirar un par de apellidos pesados que obnubilen los sentidos e impidan ver lo que realmente está pasando a su alrededor.
Por supuesto que la historia en aquel Metro 1981 terminó como tenía que terminar. Con Boca campeón y River echando como un perro a Ángel Labruna. Y con los posibles refuerzos de ocasión jugando en otros equipos.