jueves, 17 de abril de 2014

Juicio passucci al "A ver, a ver los jugadores"

La Passucci es un grupo heterogéneo de hinchas. Distintas edades, diferentes extractos sociales, diversas ideas políticas, pero con una base sólida e innegociable que es el respeto a la esencia, las tradiciones, la identidad y la historia de Boca. El respeto absoluto a todos aquellos que transpiraron la camiseta en una cancha y a los que dejaron la garganta en una tribuna. 
Este jueves de feriado nos obligó a una reunión de urgencia debido a un tema que fue trending topic (?): ¿estuvo bien el cantito "A ver, a ver los jugadores..." gritado el miércoles faltando 5 minutos para los 90 reglamentarios? 
Hubo posturas encontradas. Hubo quienes eufórica y vehemente defendieron una postura y criticaron la otra. También estuvieron los que intentaron encontrar un punto medio. Y los que no lograron tomar partido.
De los 12 Apótoles de La Passucci, hubo dos que tomaron las posiciones más radicales y aquí quedan expresadas estas visiones.

Passucci 9: "Yo no canté a ver, a ver los jugadores"
Señor Juez. Soy culpable. Yo soy parte de los que saltaron a gritar dale Boca!. Por qué lo hice?. No se, fue instintivo. Fueron milésimas de segundo. De pronto cerré los ojos y tenia 21 años menos. Tenía 23 pirulos y estaba en socios norte. De pronto no era pelado, tenía un pelo hermoso, como el del polaco Bastia, pero hermoso. Y de pronto la 12 empezaba con el  “A ver a ver los jugadores si pueden oir”. Y en esa época todos sabíamos lo que significaba. Esa canción nunca fue “un inocente y tradicional llamado al heroísmo, un grito a que los jugadores reconsideren su actitud y entiendan que están jugando con la camiseta de Boca y por ende deben dejar todo en la cancha”. Las pelotas, esa canción era la canción nexo a otro tipo de canciones. Esa canción anunciaba el “hasta acá llegamos”. Yo me daba cuenta, el de al lado, el vitalicio, las famosas negras del sector damas y hasta Tejera en la cancha murmuraba “sonamos”. Y ustedes miembros del jurado dirán, Tejera en ese momento levantaba la cabeza, se besaba el escudo y gritaba “Todos al ataque!!!! Dale Bocaaaa!!!” No señor Juez. Tejera, que jugaba para el culo, ahora jugaba para el culo pero nervioso. Porque ese es el efecto cuando una hinchada amenaza a un jugador. Porque eso es lo que históricamente significó esa canción. Una amenaza. “No jodan más, se terminó, ganen o se pudre todo.” Quizás ahora un hincha que nunca vivió esa época, no entiende qué englobaba ese tema y le da otro significado. Lo que me parece perfecto. Si analizás semánticamente cada palabra, como se ha hecho en Twitter post partido, la canción no tiene tanto problema. Pero para mi esa canción significa otra cosa. Era el nexo con la locura. Quizás exagero. Yo lo comparo con los vidrios de una fabrica. Basta que un pibe rompa un vidrio de los 200 para que al toque los vayan rompiendo todos. No quiero ese primer vidrio roto. No quiero dar ese paso. Hoy el 100% de los hinchas de Boca aseguran que no son ni serán “River”, que no se va a putear masivamente, que jamás se cantará el “Jugadores” pero les aseguro que siempre hay un primer paso. Y esa canción es ese primer paso. La canción. Silbidos. La camiseta de Boca se tiene que transpirar. Ese es el orden. Son pasos, lejanos, en 2 fechas o en 2 años pero pasos al fin. Veo que un miembro del jurado me mira con cara de: “Y cuál es el problema salame? Estos tipos no se matan por la camiseta hay que hacerles sentir el rigor, meterles un dedo en el culo, que entiendan que están en Boca. Saben cuál es el problema? Que no sirve para nada. Solo sirve para una sola cosa. Sirve para que el hincha se saque la mierda de encima. La bronca, la frustración, el odio. Solo le sirve al hincha nada más. Es catarsis pura. Al jugador no le llega. En 2 meses como mucho la mayoría estará en otro lado, Riaño siendo puteado en Racing y el Burrito silbado en Velez antes de llegar por fin a River en el 2016. Amenazar, putear o silbar no sirve para nada. No le sirvió al Boca de Menotti del 93, ni al River que tenía que ganar un partido de los últimos de los 7 para no ir a la promoción. (Hay risas en la sala, el juez golpea pidiendo silencio, decido no hablar de los encapuchados en el partido de ida con Belgrano). No le sirvió a ningún equipo del mundo. Ni siquiera al Barcelona, los putearon por quedar afuera de la Champions y a los días perdía la final de la copa del rey.
Pongámosmos en la cabeza de Grana. La gente se pone loca, andá al frente, meté, faltan 4, ganemos, A ver, a ver los jugadores, daaaale boludoooo, corré!! El mira al banco, Bianchi no quiere que pierda su posición. Grana qué hace con el ambiente caldeado? Por un segundo imagina que va al ataque salta mete un frentazo y nos da el gol del triunfo, se trepa al alambrado, yo me abrazo con el pepsicolero, con 2 turistas colombianos, todos lloramos. Pero al otro segundo piensa lo más probable, subo, me resbalo y de contra San Lorenzo nos hace un gol en el último minuto. Y de pronto se imagina que él es nafta y la gente son 50,000 antorchas prendidas. Grana ya no quiere subir al ataque, Grana se quiere ir a su casa, encerrarse en el baño y chuparse el dedo en posición fetal bajo la ducha.
Señor Juez, lo que pasó el otro día no fue un estadio enfrentado. El otro día el estadio estaba dividido aunque parezca redundante. No se cantaba el uno contra el otro, se cantaban cosas distintas. Un hincha le gritaba el “A ver los jugadores” a los jugadores, al Grana, al Riaño, le gritaba a la persona, a ese ser humano que nos esta haciendo pasar otro año de mierda. Catarsis pura. Como no se le puede gritar a Bianchi, por algún lado hay que explotar. Y que gritábamos los del Dale Boca? Le gritábamos a la camiseta de Grana, de Riaño, De Martinez. A la azul y oro. Otro tipo de catarsis. Gritarle a la camiseta que es lo único que nos importa. Que los Grana están de paso. Que la barra no nos va a decir cuando explotar. Que ganar es una circunstancia del juego. Que nosotros no vamos a la cancha a ver ganar a Boca, vamos simplemente “a ver a Boca”. Que a las malas las trabamos con la cabeza. Suena simplista en este mundo donde Boca tiene que ganar todo, a todos y todo el tiempo. Donde la Libertadores es lo máximo. Donde se votó a unas geishas que nos iban a llevar a Japón. Donde permitimos que se vendan gorritos rosas y que se hable de un estadio shopping. Donde ya quedó en el olvido el Boca con ratas corriendo por las plateas. Señores del jurado, les pido que no perdamos la esencia, el romanticismo, la pureza del sentimiento, eso que nos hace diferentes a todos. Les pido que crean como yo que el Dale Boca es la cura a todos los males y que no hay nada mejor, ni más positivo en todo el planeta que esas dos palabras. Eso es todo señor juez.

Passucci 5: "Yo sí canté a ver, a ver los jugadores"
Señor Juez, yo canté el "A ver, a ver los jugadores" contra San Lorenzo. Fue un desahogo. Lo reconozco. Lo canté con furia, con un nudo en el estómago y hasta dejando la garganta. Esa misma garganta que contra Belgrano en 2013 y contra Olimpo en 2011 no quiso cantar esta canción hoy juzgada y aparentemente tan temida. Pero que otras veces a lo largo de la historia cantó sin tener que dar tantas explicaciones. Como el 9 de julio de 1991 cuando promediando el segundo tiempo de la final con Ñuls se me llenaban los ojos de lágrimas con el 0-0 y fue casi un pedido de rodillas a esos jugadores que estaban en aquel barrial. Un pedido de que si tenían que morir por ganar esa final, lo hagan. Después vino el gol de La Vieja Reinoso y una piña en el mentón con los penales. Pero esa es otra historia.
Mi "A ver, a ver los jugadores" no es una amenaza a nadie. De ninguna manera, señor Juez. ¿Quién soy yo para amenazar a un jugador de Boca? Fue apenas mi grito de guerra. Al límite, es verdad. Fue pararme al borde de una cornisa y gritar que esa camiseta que tanto amo tiene que ser defendida tirándose de cabeza en todas las pelotas, en todas las canchas y con todos los rivales. Y no dando pases atrás y jugando como si fuera un entrenamiento.
Mi "A ver, a ver los jugadores" fue el último recurso que me quedó tras 52 fechas de torneo local en donde veo a un Boca que es cada vez menos Boca. Porque señor Juez, usted debe reconocerme que esto no es Boca. Nada más lejano del Boca que me enamoró de niño. Donde también perdiamos y perdíamos todos los domingos pero en el que nuestros jugadores salían del campo de juego embarrados, sangrando y hasta agarándose a piñas en amistosos, como hizo Hrabina en Misiones la tarde que Guaraní AF nos metió 6. Un Boca que más allá de jugar bien o mal, luchaba siempre. Este Boca de las últimas 52 fechas se entrega mansito. Baja los brazos. Y rompe el mandamiento número uno. Hacerle frente a la adversidad.
Mi "A ver, a ver los jugadores" de ayer no fue sólo un desahogo. Señor Juez, a mi me enseñaron que por ser de Boca mi aliento en la tribuna es el más fuerte del mundo y por supuesto les llega a los jugadores. Y tal vez pecando de romántico fue la única manera que encontré de intentar hacerles saber a este grupo de jugadores algo que me da la sensación que hace falta refrescar. Que con la camiseta de Boca es ganar o morir. ¿Hace falta decir que "morir" es una metáfora? Morir en el campo de juego es dejar la vida. ¿Hace falta decir que "dejar la vida" es otra metáfora? OK, dejar la vida es trabar de cabeza en todas las pelotas divididas. Es luchar a brazo partido para defender la camiseta azul y oro. Algo que lamentablemente no sucede desde hace 52 fechas y duele que así sea. Y duele más que se haya hecho costumbre.
Muchos Boca han jugado con esa canción de fondo. Los de Cai Aimar, Habegger, Pastoriza, Menotti, Tabárez, Falcioni y hoy le tocó a un Boca dirigido por su entrenador más exitoso. Muchos jugadores han jugado con el "A ver, a ver los jugadores" sonando. Desde los Márcico, Maradona y hoy Riquelme hasta los Raúl Peralta, Domenech y Rudman. ¿Que el cántico puede poner nerviosos a algunos jugadores? ¿Y si es al revés? Y si ver un Boca entregado durante 52 fechas ha logrado ponerme nervioso a mi? ¿No puedo cantar que con mi camiseta es ganar o morir?
Este cántico, señor Juez, yo no lo veo como una amenaza sino como una declaración de principios en momentos donde el agua empieza a llegar al cuello y no hay miras de ver un volantazo salvador.
Por supuesto en esto nadie tiene la vaca atada ni verdades reveladas. Cada uno lo vive a su manera y como puede. Sin recetas. En mi caso, permitiéndome pararme en esa cornisa imaginaria y gritar con toda mi alma que con esa camiseta puesta es ganar o morir. Así me lo ensañaron. Así lo leí en los libros de historia. Así debe ser siempre y para toda la eternidad.
Para mi, 52 partidos de un Boca tibio y tan light es tener el agua al cuello. Porque si se negocia la actitud no nos queda absolutamente nada del Boca que aprendí a amar. Sobre todo en tiempos donde ya se negociaron los colores y hay muchas ganas de negociar la Bombonera. Nos queda únicamente la actitud. ¿También vamos a dejar que nos la roben? ¿Un Boca sin garra durante 52 fechas no es parecido a cualquier otro equipo dejando de ser justamente Boca? Mi Boca, aunque me lo vistan de rosa o violeta y lo hagan jugar de local en un Estadio Shopping, seguirá siendo por siempre el que, por lo menos, deba ganar o morir dentro de un campo de juego. Y no tengo más por decir Señor Juez. Yo canté la canción durante 120 putos segundos. No fue premeditado. Me salió cantarla y la sufrí. Y si tengo que pagar las consecuencias, lo haré.



No hay una conclusión. Tampoco se trata de establecer qué está bien y qué mal. Los dos lados tienen razón y lo peor que nos puede pasar es que se enfrenten. Son dos visiones y un mismo sentimiento, el amor a
Boca, y una misma creencia, qué es el límite, qué no se puede cruzar al otro lado.
Podríamos centrarnos en cuestiones semánticas de si "morir" significa "ganen o los vamos a matar a todos" o "ganen o dejen la vida por intentarlo", o como en la época de Mussolini "Ganen o sino 'crash'" (se refería a la Selección de Italia en el Mundial 1934, si no ganaban, literalmente iban a la guillotina. Ahí no había metáforas). O en si no hay que cantar lo que la barra indica (y en ese caso tampoco deberíamos seguirlos con el "Boca, mi buen amigo").
Dejamos expuestas nuestras diferencias internas, esperamos los comentarios de los seguidores de La Passucci para saber qué piensan pero siempre con el firme convencimiento de nuestro amor por Boca.