30 de septiembre de 1990, Bombonera. El Boca de Aimar confirmaba la debacle iniciada una semana antes en el Monumental y perdía con Rosario Central 2 a 1. Partido en el que aquel equipo xeneize tuvo todo para ganar, acorraló a los rosarinos pero erró infinidad de goles y pagó.
La cosa es que la nota resalta lo que todos sabemos. Que Boca jugando en la Bombonera podrá perder partidos pero es su lugar en el mundo. El grito de nuestra hinchada empuja a los nuestros y acorrala rivales como no pasa en ningún otro estadio del mundo.
Lo reconocen los rivales, lo sabemos los boquenses, lo escribe el periodismo, los enamora a los turistas pero resulta que un grupo de dirigentes quiere jubilarla y convertirla en un Anfiteatro.
Boca, su hinchada y la Bombonera van de la mano hasta el último de los días.
Fuente: revista El Gráfico número 3704 correspondiente al 2 de octubre de 1990.