13 de marzo de 1988, Bombonera. Por la segunda rueda de la temporada 1987/88, el inflador psicológico del Pato Pastoriza empezaba a desinflarse y Boca volvía a arrastrarse en el campo de juego. De ahí que el empate agónicon con Platense 1 a 1 fuera un premio.
Pero aquella floa campaña no impedía que el Jugador Nro. 12 siguiera dando cátedra de aliento y fiesta en las tribunas. Y a tal punto, que visitantes de otro país, empresarios mexicanos esta vez, quedaran maravillados con la hinchada de Boca y no tanto con lo visto futbolísticamente hablando.
Y esto es lo que hace único a Boca en el mundo. El espectáculo que ofrece su hinchada. Si no fuera por la gente, Boca sería demasiado parecido a cualquier otro equipo del planeta Tierra.
Fuente: revista El Gráfico número 3571 correspondiente al 15 de marzo de 1988.