Tiempo antes de su arribo a Boca, Salinas no pudo contener su amor por la azul y oro y pese a ser jugador de River, se paseó por el Hall del Monumental con la camiseta de Boca puesta. Más allá del gesto muy Passucci que despertó indignación entre los dirigentes millonarios, queremos rendirle un homenaje a un tipo que dijo basta y actuó con el corazón sin medir consecuencias.
Fuente: revista El Gráfico número 3044 correspondiente al 7 de febrero de 1978.