Julio de 1987. La joven promesa riverplatense surgida de sus divisiones inferiores, Claudio Paul Caniggia, daba una extensa nota contando sus sensaciones sobre ser jugador profesional, haber vestido la camiseta de la selección Argentina y chocar por primera vez con la fama.
Pero en un momento su relato cambió de tono, y toda la ilusión y esperanza del joven Caniggia dieron lugar a una especie de catarsis sobre lo que significa jugar con la hinchada de River alentándote (?). Un verdadero calvario.
Gente fría y exigente que no quiere ni le interesa alentar a su equipo. Sólo le interesa verlo ganar, golear y gustar simultáneamente.
Si jugás mal te silban. Si jugás más o menos te silban. Si ganás pero sin jugar bien te silban. Si jugás bien y ganás, tenés que hacer más de 2 goles sino te silban. Lo sufrió Caniggia, pero como podemos leer, también lo sufrió hasta Francescoli saliendo campeón.
Fuente: revista Súper Fútbol, año 1, número 5 correspondiente a julio de 1987.