sábado, 26 de octubre de 2013

Festejar un gol de Boca en el foso de la cancha de Independiente 1990


6 de junio de 1990, cancha de Independiente. Por el partido de vuelta de la final de la Liguilla Pre-Libertadores, Boca golpeó primero y con gol de Latorre a los 5 minutos se puso 1 a 0. Resultado que se iba a mantener hasta el final y bajaba rápidamente la cortina luego del también 1 a 0 en la Bombonera unos días antes.
En aquel partido, mientras todo el país tenía la cabeza en el Mundial de Italia 90, Boca iba por un doble desafío. Clasificar a la Libertadores y dejar afuera a Independiente en su propia cancha. Vale aclarar que eran años donde ganarle al Rojo era festejado casi como un campeonato. Y si la victoria era en territorio enemigo, la vuelta de Avellaneda era a pura fiesta por Mitre, puente Pueyrredón, avenida Montes de Oca, su ruta (?). 
Aquella noche de un frío de locos, la gente de Boca llenó su cabecera y gran parte de la platea de atrás de los bancos de suplentes. Platea desde la que tras el gol, un hincha de Boca se excedió un poco (?) en los festejos y cayó al foso.
Ni el verdín del agua casi a la altura  de su pecho, ni la temperatura seguramente helada, ni nada pudieron sacarle a ese tipo la sonrisa de su cara. Y esa sonrisa, esa felicidad que nos puede llegar a provocar un gol de Boca es la que hoy queremos remarcar. ¿Qué significa un gol de Boca en nuestras vidas?
Y no estamos hablando de un gol en Japón ni un gol de campeonato. Ni siquiera un gol a River. Un gol cualquiera, uno que no será recordado en la historia de Boca pero que siempre nos llena de felicidad. Un gol de Boca que se festeja colgándose de un alambrado, abrazándose con un desconocido, en casa frente a la tele e incluso tirándose al agua en la cancha de Independiente.