sábado, 25 de abril de 2015

El gigantesco desahogo de Boca campeón 1992

Un tema recurrente en nuestras reuniones es dirimir qué campeonato fue el más festejado en la historia de Boca. Algo muy difícil de establecer y casi imposible de demostrar.
Passuccis de distintas generaciones opinan y los debates siempre llegan a una conclusión. Los campeonatos de 1954 y de 1992 pican en punta. No casualmente los que cortaron las peores sequías sin títulos locales. Las de 10 y 11 años, respectivamente. Algunos dicen que la primer Libertadores... otros se anotan con el Nacional 76. Pero la mayoría de voces concuerdan en estos dos campeonatos bisagra. El del 54 y el del 92.
Así que cortamos por lo sano y vamos a ponernos a laburar (?). Arrancamos ya mismo aportando pruebas concretas sobre lo que fue y lo que significó Boca campeón 1992. Un desahogo gigantesco.
Si tuviéramos que resumir aquella jornada del 20 de diciembre en una sola palabra sería desahogo. Por supuesto que si pudiéramos elegir otras, hablaríamos de fiesta, locura, nervios, multitud. Pero fue un gran desahogo. A lo Boca. Con algunos excesos (?). 
Imposible olvidar los minutos finales de ese partido con San Martín de Tucumán. Una generación y pico de hinchas llegaban al final de un verdadero calvario y empezaban a vivir en carne propia lo que sólo habían podido escuchar o leer en revistas viejas. Lo que se había negado tan cruelmente un año antes en la final contra Newell´s. Así que pedir mesura en semejante momento sería muy de River tibios.
Ver estos videos hoy son obligatorios en nuestras reuniones. Aquella tarde fuimos felices. Y tiramos la casa por la ventana para desahogarnos. No había Aprevide ni organismos de seguridad amenazando con clausurar la cancha. No había nada ni nadie que pudiera frenar la fiesta que se venía. Ni la PFA tirando piedras a la tribuna de socios de Casa Amarilla pudo. En lo que fue una verdadera vergüenza. Pero eso es otro tema.
Disfrutemos de aquel desahogo de Boca campeón 1992. Con bombas y bengalas, capacidad del estadio desbordada, gente colgada en los alambrados, gente parada arriba de los palcos y gente invadiendo el campo de juego. Con Giuntini ensangrentado, con Benetti en estado de shock y llevado a una clínica luego del partido. Con Giunta agarrándose a piñas con un policía para evitar que repriman a la gente que quería dar la vuelta olímpica. Con el alambrado viniéndose abajo en lo que fue una desgracia con mucha suerte. En fin, con la gente saliendo de la Bombonera cantando, riendo, llorando. Se había cerrado una etapa muy oscura en cuanto a resultados deportivos. Pero maravillosa en las tribunas boquenses.
Con esta saga de videos tratamos de revivir lo que fue aquella tarde de la tan esperada consagración. El último campeonato de Boca festejado con el mítico barrilete azul y oro que tenía como misión bajar del cielo una nueva estrella.



Para algunos Passuccis, la mejor salida de Boca a un campo de juego en toda la historia. Puede ser. Es otro tema de discusión que ya abordaremos. Pero es verdad que aquella salida fue apoteótica. Y eso que una hora antes ya se habían tirado muchísimos petardos.


Lo que fue el pitazo de Lamolina para cerrar el primer tiempo. La angustia de todos era indisimulable. Pero despedir al equipo con aplausos fue ponerse al pie del cañón para lo que se venía. ¿Qué se venía? 45 minutos para empatar, salir campeón y evitar suicidios en masa (?).


Poniéndose la tarde al hombro, la gente fue pura esperanza en los 15 minutos de descanso. Sonó ininterrumpidamente “el campeonato local es mi obsesión”. Y así arrancó el segundo tiempo. Decorado con algunas bombas que caían en el área tucumana. Pero nada grave (?).


Imposible describir con palabras lo que fueron los últimos minutos del partido. No se puede.



Pitazo final y desahogo gigantesco. Furioso. Histórico. Inolvidable.


De fondo se escuchan las puteadas a una policía que tiraba piedrazos contra la tribuna de socios. Uno llegó al punto de sacar el arma. Una locura dentro de la locura inmensa que era la Bombonera en ese momento.


Festejos y más festejos. Interminables. Más vueltas olímpicas. La risa de Blas. El gorrito piluso del Beto. El Colorado Mac Allister rindiéndose ante el aliento interminable del Nro. 12.


Festejos en el barrio de La Boca y en las cantinas. Como manda la historia.


El Obelisco copado. La bandera de Boca izada en el mástil y el vals cantado mientras se prendía fuego un ataúd rojo y blanco con los nombres de los jugadores de River. La gloria.

Este título de Boca campeón 92 fue sin dudas uno de los más festejados de la historia. Hoy, con la panza llena, nos permitimos discutir si vale más una Libertadores o una Intercontinental. O si la Copa Argentina vale la pena festejarla o no. Incluso tomar la obtención de un campeonato local como un simple trámite que nos clasifica a jugar una Libertadores.
Pero en aquel momento no había panzas llenas. El campeonato local era una verdadera obsesión. Había hambre en serio. Y eso nunca tenemos que olvidarlo.