lunes, 23 de abril de 2012

La degradación del hincha de River hecha remera

Parece que el último grito de la moda en la zona de Av. Figueroa Alcorta y Udaondo, está dado por unas remeras negras de manga larga identificadas con el escudo de River y en las que puede leerse que la envidia de los hinchas de Boca es un DNI. Muy penoso y ya mismo pasamos a explicar los por qués.
Primero y antes que nada es una forma muy básica de discriminación, en este caso a las personas que habitan este país y por diferentes motivos no tienen su DNI. Creerse superiores, ser soberbios, despectivos y, principalmente, comportarse como un club elitista, es una característica histórica de River y sus hinchas. Cosa que de por sí es condenable, pero que nos deja la puerta abierta para analizar dos temas.

1) Cómo se degradó el hincha de River
Hace 30 o 40 años, el simpatizante millonario alardeaba y creía que le envidiábamos su paladar, su capacidad de disfrutar y gozar de triunfos logrados exclusivamente con fútbol bien jugado. Pero hoy a mediados de 2012, como al hincha de River evidentemente no le da la cara para seguir repitiendo eso, entonces antes que quedarse callado reflexionando, sale a imprimir remeras diciendo que le envidiamos el DNI. Así de brutal, así de feroz fue la degradación del hincha de River. Muy triste. 
El contraste es muy fuerte. En 30 años dejó de aplaudir a los Beto Alonso para aplaudir a los Gerlo. Pasó de idolatrar a los Luque y Ramón Díaz para idolatrar a Fabbiani y Chori Domínguez. Pasó de decir que le envidiábamos su fútbol a decir que le envidiamos el DNI.

2) El grave problema de identidad y cómo se contradice el hincha River
Antes el hincha de River era un par del hincha xeneize. Con un estilo reconocido y diametralmente opuesto al de Boca, parado en la vereda de enfrente, pero era un par. Hoy día es un cachivache que sigue con su soberbia, dice que no perdió el paladar negro, que no lo interesa ganar como sea, pero se la pasa hablando de apoyar en las malas y de tribunas llenas. Y saca pecho cuando Olé le dice que va primero en la tabla de entradas vendidas o cuando Almeyda jura que “River es la mitad más uno”.
O sea, el simpatizante millonario hoy día quiere estar en las dos veredas al mismo tiempo y lamentamos informarle que eso no es posible. Y en esta permannete contradicción en la que se vive el hincha millonario de hoy, mucho ayudaron algunos medios de comunicación y hasta el mismo Club Atlético River Plate poniendo descaradamente en su perfil oficial de Twitter “el club más popular de la Argentina”. El colmo de la caradurez.
No se puede ser el club más popular y pasarse la vida discriminando y riéndose de los negros, de los bolivianos, de los paraguayos, de los que viven en una villa, de los que no saben leer, de los que viven cerca del Riachuelo, de la gente del interior que contrajo el dengue, de los que no tienen un DNI. Como tampoco se puede ser de paladar negro y festejar un 1-0 a Patronato de local y pidiendo la hora, como si fuera la final del mundo. En esa dicotomía vive la gente de River.
En algún momento, el hincha de River deberá decidir en qué vereda quiere estar. Si quiere seguir en su vereda del paladar negro, de la exigencia, del respetar un estilo de buen fútbol y de no festejar victorias si se logran jugando mal. Una vereda fría donde pega la sombra todo el día y habitó hasta 2009. O si en una de esas, se anima a cruzar la calle y pasarse a la vereda del hincha de Boca. Una vereda donde el sol raja la tierra y se prioriza poner el corazón para defender la camiseta, transpirarla y nunca darse por vencidos y en donde se alentó al equipo siempre más allá de los resultados. Y en donde un triunfo siempre se festejó tirando la casa por la ventana, sin importar si se logra jugando bien, mal o más o menos. En nuestra vereda, prioridad número 1 es trabar de cabeza y con mucha garra para defender la camiseta de Boca. Prioridad 2, es ganar. Y prioridad 3 y a los premios, jugar bien, si es que se puede. Los hinchas de Boca siempre estuvimos orgullosos de estar en nuestra vereda y, lo más importante, jamás nos interesó ni nos interesará pisar esa vereda de enfrente.

Un mensaje final para los hinchas de River que quieren cruzar la calle. Pregúntense por qué después de más de 100 años de historia, les surgió la necesidad de cambiarse de vereda. Por qué ahora tienen ganas y antes no. Por qué ahora miran con cariño nuestra vereda cuando siempre la criticaron y despreciaron.
Sino encuentran la respuesta, nosotros los ayudamos. Eso se llama envidia. Nada que no se pueda solucionar con varias horas de terapia donde antes que ponerse a hacer remeras, podrán empezar a descubrir verdaderamente quién envidia a quien.