13 de octubre de 1994, Bombonera. Boca recibe a River por el partido de vuelta de los cuartos de final de la Supercopa. Un superclásico a todo o nada que, tras el 0 a 0 de la semana anterior, ponía en juego algo más que el honor. La clasificación a las semifinales.
Afrontar semejante parada con Menotti en el banco de suplentes como DT fue darle a River la oportunidad de su vida: eliminar a Boca en la Bombonera en un mano a mano directo. Pero el poder de las plumas (?) no quiso saber nada y pasó lo que tenía que pasar. Clasificó Boca y se desató un verdadero carnaval dentro del estadio, en las calles del barrio. y en todo el país.
Tras el penal definitorio convertido por Gamboa imaginamos la desazón de esa gente orgullosa de ser gallina. Muy gallina, especialmente en este tipo de partidos.
Obviamente el silencio y la retirada cabizbaja cubrieron las dos bandejas superiores del Riachuelo. No sea cosa que alienten al equipo en la derrota. Una derrota que terminó siendo el aperitivo de lo que iba a ocurrir diez años más tarde en el Monumental y sin público de Boca. Una nueva eliminación riverplatense a manos de Boca en un mano a mano.
Por penales, con goles de muleta, en cancha de Boca, en cancha de River, con o sin público visitante, Boca pone lo que hay que poner y festeja.