30 de abril de 1994, Bombonera. River gana en La Boca después de largos 8 años y en el medio de una paternidad arrasadora. Pero aquel triunfo no le sirvió para tapar el sol con las manos. Ni siquiera para que en esta nota de Juvenal, en el medio de tanta alegría y tantos festejos, no se escaparan un par de verdades. A saber: primero, la Bombonera es una caldera hirviente. Bien. Segundo, River tiene una tradición de temperamento frío. Muy bien (?). Y por último se remarca que ese juego lindo y temperamento frío siempre está expuesto a la aflojada ante el espíritu ardoroso y arrollador de los boquenses. Cartón lleno.
Perder un superclásico de local duele. No vamos a mentir. Pero es importante recordar siempre en qué vereda estamos y en qué vereda están los otros. Teniendo eso claro, el dolor por una derrota se hace mucho más llevadero.
Fuente: revista El Gráfico número 3891 correspondiente al 3 de mayo de 1994.