martes, 15 de mayo de 2012

Ser subcampeones del eterno rival: temple vs histeria

En La Passucci no nos cansamos ni nos cansaremos de marcar las cualidades del Jugador Nro. 12  que hacen a su mística, a su forma de ser. Cualidades que vienen desde el fondo de la historia y en definitiva hacen que el hincha de Boca sea reconocido y respetado por todos. Por supuesto hay diarios deportivos excepciones que se esmeran en tratar de tapar el sol con las manos y prefieren construir una realidad donde sólo se habla de Calcio, rating, TopBrand y una competición de entradas vendidas en donde Boca no participa. Pero no importa. La fuerza de los hechos es inapelable. Y como somos boquenses, tenemos todas las de ganar. Hoy vamos a comparar hechos concretos en una materia donde la hinchada de Boca siempre ha ganado por afano y da cátedra: apoyar ante la adversidad.
Y como la adversidad puede ser entendida de muchas maneras, ponemos frente a frente dos hechos calcados. En la última fecha de un campeonato, quedar como subcampeones mientras el eterno rival da la vuelta olímpica. Situación que no será el fin del mundo, pero que sin dudas representa un momento delicado y doloroso. Sobre todo cuando avanzan los minutos y crece la impotencia a medida que las portátiles avisan que en la otra cancha no se patea al arco bajo ningún concepto.

Apertura 1992
Domingo 20 de diciembre de 1992. La última fecha muestra a Boca primero con dos puntos de ventaja sobre River. A los de Núñez sólo le servía la derrota boquense y un triunfo suyo como para alcanzarlo en la tabla y coronarse campeón por la abultada diferencia de gol con la que aventajaban a Boca.
El partido de River ante Argentinos en Caballito comenzó con retraso por incidentes en las calles. Pero la demora terminó jugando a su favor, porque en la Bombonera Solbes puso el 1 a 0 para San Martín de Tucumán. El desfasaje de horarios puso durante unos pocos minutos a River como virtual campeón.
Pero el empate de Benetti y un segundo tiempo inofensivo (?) en La Boca, desataron la locura en cancha de Ferro. Invasión de campo de juego, proyectiles, gases, corridas... Partido suspendido.


Fuente: revista El Gráfico número 3820 correspondiente al 22 de diciembre de 1992.

Ojo que la muestra de intolerancia y de falta de apoyo del Jugador -1 ya había tenido lugar una semana antes cuando el micro con el plantel millonario fue recibido en el propio Monumental en medio de insultos y escupitajos.

Fuente: revista El Gráfico número 3819 correspondiente al 15 de diciembre de 1992.

Estamos hablando de un River que hacía apenas 11 meses no salía campeón y venía de varias vueltas olímpicas en los últimos años. Pero insólitamente, ese grupo de jugadores se topaba con una hinchada que le daba la espalda, lo agredía y terminaba de desatar un verdadero bochorno ante la coronación inevitable de Boca.


En resumidas cuentas, un nuevo papelón de la hinchada de River que dejó a las claras la falta de entereza para asumir una derrota. Ah eso sí, después repiten como loritos que en las malas apoyan al equipo. Aunque sea una vez en la vida, estaría bueno que lo demuestren. Pero con hechos concretos y no palabras.

Apertura 1997
Domingo 21 de diciembre de 1997. La última fecha mostraba un escenario inverso pero con un agravante para Boca. No había forma de que se corone campeón. A lo máximo que podía aspirar era, derrota de River y triunfo suyo mediante, a forzar un desempate. Cosa que de no suceder le otorgaba a los de Núñez nada menos que un tricampeonato local.
La Bombonera empujó de entrada buscando el milagro y el partido con Unión quedó rápidamente definido tras goles de Arruabarrena y Palermo. El foco de atención se trasladó inevitablemente a la cancha de Vélez donde River visitaba a Argentinos. El Bicho alcanzó el 1 a 1 faltando 15 minutos y las radios prácticamente hablaron de partido terminado ya que los 20 jugadores de campo tocaban para los costados y rifaban la pelota al campo rival sistemáticamente. Ahora viene lo mejor.
El Jugador Nro. 12 entendió rápido el mensaje y dando muestras de entereza y templanza ante una derrota que se iba a consumar en cuestión de minutos y que estiraba a 5 años la sequía de títulos locales, desató un verdadero carnaval. Todo un estadio cantando por los colores azul y oro. Hasta hubo un momento en que el partido se paró y los jugadores miraron a las tribunas sin entender exactamente qué estaba pasando. El campeón ya era River pero la fiesta estaba en la Bombonera. No tiene lógica pero así es el hincha de Boca, un verdadero fenómeno popular desde la misma fundación del club.



Fuente: diario Clarín correspondiente al lunes 22 de diciembre de 1997.

Fuente: diario Clarín correspondiente al lunes 22 de diciembre de 1997.

Fuente: diario Clarín correspondiente al lunes 22 de diciembre de 1997.

Fuente: diario La Nación correspondiente al lunes 22 de diciembre de 1997.

Fuente: diario La Nación correspondiente al lunes 22 de diciembre de 1997.



La despedida al equipo fue con aplausos y una ovación, no sólo por la brillante campaña de un equipo subcampeón a un punto de River, sino para confirmar una vez más que el ADN de Boca no contempla escenas de histeria ante una adversidad. En los peores momentos, ahí va a estar el hincha de Boca al lado de su equipo. Sin invasiones con encapuchados, sin maderas, palos, piedras a los propios jugadores. Sin pegarles y sin destruir la Bombonera. Eso es propiedad exclusiva del Jugador -1.
Dejemos que siga de moda el rating, ser TopBrand y las tapas de Olé hablando de la B. Dejemos que el Jugador -1 sea el campeón del caradurismo y hable de apoyo en las malas sin ponerse colorado.
Que los dueños de las tribunas desbordadas de hinchas con pasión y verdadero apoyo incondicional, somos nosotros los boquenses.