lunes, 26 de noviembre de 2012

Ricardo Gareca, infame traidor al sentimiento boquense

Traidor: Se aplica a la persona que comete traición.

Traición: Renegar con dichos o acciones (sean éstas voluntarias o involuntarias), un compromiso de lealtad hacia una idea, asociación, o grupo de pertenencia.

Familiarmente, la traición consiste en defraudar a familia, amigos, grupo étnico, religión, u otro grupo al cual pueda pertenecerse, haciendo lo contrario a los que los otros esperan.

La Constitución Nacional en su artículo 29 condena como infames traidores a la patria a quienes formulen, consientan o firmen, facultades extraordinarias, la suma del poder público, o supremacías a ningún gobierno; sobre la vida, el patrimonio o el honor de los argentinos. Por el artículo 36, la misma pena les corresponde a quienes interrumpan el sistema democrático.
El artículo 214 del Código Penal establece la figura delictiva de traición a quienes, entre otras cosas, se unan a los enemigos o presten ayuda o socorro. Las penas van de 10 a 25 años de prisión o reclusión perpetua a los que se le suma inhabilitación perpetua y absoluta
En otros países hasta hay pena de muerte para los infames traidores a la patria.

El estatuto de Boca no habla ni de defraudaciones ni de traiciones, pero sí en su artículo 33 establece que cosas son causales de expulsión del padrón de socios:
1- Reincidencia en nuevas faltas disciplinarias cuando se hayan cumplido dos (2) suspensiones.
2- Difamación por cualquier medio, a las autoridades del Club, a sus socios o a la Institución misma.
3- Atentado contra los intereses patrimoniales y financieros del Club.
4- Condena por autoridad competente o mala conducta notoria que ocasione perjuicio al Club.

No es delito ni contravención alguna que un futbolista profesional cambie de equipo. Ni siquiera está prohibido en los reglamentos de los clubes. Lo que se discute aquí es una defraudación moral hacia los hinchas, hacia el sentimiento. ¿Qué pena cabría darle a aquellos jugadores en los que el hincha confía, admira, aclama y quiere, que de un día para el otro se visten con la camiseta del rival de toda la vida, como si nada hubiera pasado? Que cada uno piense lo que quiera, pueden expresarlo en los comentarios. La Passucci tiene bien en claro que quienes defraudaron al sentimiento del hincha de Boca no merece nada de parte del club, ni debe ser contratado de ninguna manera por nadie cercano a la institución.

En la historia de Boca y River, 95 jugadores vistieron las dos camisetas. La mayoría, de paso mediocre en ambos lados. Otros fueron queridos luego de cambiar de bando. Muy pocos lograron ser figura en ambos. Ricardo Gareca, junto a su amigo Oscar Ruggeri forman parte de un grupo único: surgidos de las inferiores boquenses, ídolos, con edad justa para ser estrellas y consagrarse, de la noche a la mañana sonrieron con la camiseta del enemigo acérrimo sin ningún tapujo.

Revista El Gráfico, 14 de febrero de 1984
Revista El Gráfico, 5 de febrero de 1985
Gareca era un "9" de área, un tipo que podría haber hecho tantos goles como Palermo. Le hizo varios goles a River, incluso éste que fue un golazo en 1982 en el Monumental:

¿Cómo no iba a ser querido, idolatrado, amado? Aquel equipo de Boca de comienzos de los '80 tenía a varios referentes de la época dorada del "Toto" Lorenzo que estaban aportando sus últimos cartuchos: Gatti, Mouzo, el "Chino" Benítez (se fue en 1983) junto a otros que empezaron a tomar importancia en el conjunto que brilló gracias a Maradona y Brindisi: Ruggeri, Krasouski, Passucci, Gareca (que no jugó aquel Metro'81 porque estuvo a préstamo en Sarmiento; regresó para el Torneo Nacional). Lamentablemente, la historia no se detuvo ahí. Ruggeri y Gareca continuaron su carrera en River y para nosotros, los hinchas de Boca, es lo mismo a que nos hubieran clavado un puñal en la espalda

No discutimos a Gareca como jugador ni como entrenador, ni por su forma de trabajar, sus resultados o su experiencia. El blog Imborrable Boca ha hecho un informe extraordinario sobre los hechos acontecidos en el club en 1984 que casi provocan la quiebra de Boca, recomendamos su lectura y una vez que lo hayan hecho, los invitamos a que nos digan si igualmente creen que Gareca puede volver a Boca.

Que las nuevas generaciones no sepan quién ha sido Ricardo Gareca nos da bronca, aunque también lo comprendemos: cada día se mancha más la esencia boquense, cada día, sea de los medios anti-Boca o desde los lugares que dicen defender o hablar por el hincha de Boca, se contribuye a distorsionar nuestra identidad. En nombre del éxito (aunque a veces éste ni siquiera llegue) cualquier cosa vale. Gareca es puesto en encuestas para ser DT en el 2013 y hasta es el más votado y muchos de los que argumentan su voto lo hacen con fundamentos futbolísticos que no discutimos en La Passucci. Indudablemente es un buen técnico; aunque tampoco es Guardiola, Mourinho ni Bianchi, así que paremos un poco el carro con que "tiene que ser él". Pero las razones para su no regreso son mucho más fuertes que cualquier logro que pueda conseguir en Vélez o en donde sea.

Hemos cedido mucho terreno. Dejamos que nos pongan un logo rojo y blanco, permitimos que se nos restrinja la cantidad de entradas a la venta como visitante, que no se hagan más socios, que no se vendan entradas de local, que entren hijos de famosos como panchos por su casa, que hinchas de cualquier equipo se aprovechen de algún rédito que pueda darles el éxito del equipo boquense, que intenten hacer un estadio fuera del barrio, que sueñen con tirar abajo La Bombonera... pero no podemos seguir permitiendo que se manche la identidad xeneize, que todo sea lo mismo, que de igual si viene un traidor o si viene uno que quiere a Boca de verdad. Boca no puede ni debe destinar ni un centavo de su presupuesto a tipos que en su momento hicieron un escándalo para cobrar más guita, poniendo al club al borde de la quiebra. Y cuando decimos "al borde de la quiebra" no es una metáfora: Boca Juniors en 1984 estuvo en una gravísima crisis. Como corolario, Gareca y Ruggeri no tuvieron mejor idea que firmar con River. Un golpe enorme al corazón bostero. Las palabras tienen un significado, un peso, un valor. No cabe otro calificativo para el sr. Gareca que el de TRAIDOR. 

Para los que les importe muy poco lo que pasó antes de nacer, les proponemos un juego. Imagínense que en 30 años los futuros dirigentes de Boca consideran que el DT debería ser Jonathan Maidana. O sino, que quieren a un tipo con experiencia: Ricardo Lavolpe. Ah, qué pasa, no les gustaría, no? Bueno, lo de Gareca es muchísimo más grave que lo de Maidana (al fin y al cabo, un mediocre defensor que no alcanzó a ser idolatrado por ningún hincha de Boca) y lo de Lavolpe (un tipo que cometió muchos errores, demasiados para un equipo que tenía casi-asegurado un campeonato... de ahí a hablar de traición hay un largo trecho).

El hecho de que Gareca haya jugado poco en River (6 meses), que nunca haya hablado mal de la gente de Boca, que hasta nos haya perdonado (?) o que haya estado dispuesto a volver en 1987 pueden ser atenuantes. De hecho, si reconoció que "podría haber sido un buen ídolo de Boca" se infiere que NO lo fue, y hacemos énfasis en la palabra "BUEN". Indudablemente, comparando con su amigo Oscar Ruggeri, éste le gana por varios cuerpos, pero en todo caso, uno será el traidor número 1 de la historia boquense, y el otro es el 2.

Por si no quedó claro, lo presentamos en un cuadro sinóptico (?):
1) Gareca goleador
2) Gareca ídolo
3) Gareca pide una plata que el club no tiene y hace ir a la huelga a todo el plantel
4) Gareca queda libre y se va a River
5) Dirigentes de Boca quieren contratarlo como DT.

Entre los puntos 4 y 5 pasaron casi 30 años. Pero pasó solo tiempo, porque el dolor no fue reparado.


La herida provocada por Ricardo Gareca a los hinchas de Boca en 1984 no se cicatriza así nomás. Para los traidores ni olvido ni perdón: pueden trabajar en cualquier club del mundo, NO EN BOCA. Boca puede traer a cualquier técnico, algunos muy buenos, otros mediocres, incluso a un mal técnico. A cualquiera que NO HAYA TRAICIONADO AL CLUB, A LOS HINCHAS, AL SENTIMIENTO. Las cosas en su lugar. El respeto ante todo.