lunes, 21 de abril de 2014

El Passucci Patrón Bermúdez


3 de septiembre de 1997, Bombonera. Boca recibe a Cruzeiro de Brasil por la Supercopa y lo derrotó 1 a 0 en la que iba a ser la última edición de aquel torneo continental.
Pero aquella noche sucedía algo bastante más relevante. Tenía su bautismo de fuego con la azul y oro Jorge Bermúdez. Un marcador central nacido en Colombia, proveniente del fútbol portugués y con cero arraigo a la historia de Boca. Un don nadie en aquel momento podríamos decir.
¿Y cuánto le demandó al Patrón entender de qué se trataba esta historia nacida en 1905? Apenas 6 segundos. Según Closs 8 segundos. Pero el cronómetro en la pantalla no deja margen de duda. Movieron del medio y ni bien los brasileros intentaron pestañear salió Bermúdez del fondo a cortar por lo sano. Como debe ser.
El Patrón jugó un muy buen partido e hizo el gol del triunfo con un cabezazo furibundo en las narices de Dida, pero aquella jugada a los 6 segundos es con la que nos queremos quedar. Porque es muy simbólica para nuestra forma de ver.
Hemos visto y vemos a jugadores que necesitan meses y meses de adaptación. Algunos, años. Jugadores que deambulan 40 o 50 partidos como titulares y jamás terminan de entender que si las cosas no les salen hay que arremangarse y hacer respetar la camiseta de Boca con esfuerzo. Tipos a los que evidentemente no les sale en forma espontánea transpirar nuestra camiseta.
Por eso casos como el del Patrón merecen toda nuestra admiración y respeto. Tipos que no necesitan seis meses de adaptación sino seis segundos. Que llevan adentro el fuego sagrado necesario para ponerse nuestros colores. Tipos hechos a la medida de Boca. Condición para la cual Bermúdez nos demuestra que no hace falta nacer en el Argerich o vivir toda la vida en Iberlucea y Suárez. Sólo entrar al campo de juego y dejar todo por nuestra camiseta. Como hizo siempre Bermúdez. El Passucci Patrón Bermúdez.