6 de junio de 1999, estadio Monumental. River pierde 3 a 2 con Racing por la fecha 17 del Clausura y deja servida la consagración de Boca, quien jugaba a continuación en cancha de Independiente. El campeonato boquense alteró los ánimos en Núñez y todo fue reproches.
Fuente: diario La Nación correspondiente al 7 de junio de 1999.
Fuente: diario La Nación correspondiente al 7 de junio de 1999.
Fuente: diario Olé (antes de que Farinella sea su director) correspondiente al 20 de diciembre de 1999.
Fuente: diario Clarín correspondiente al 20 de diciembre de 1999.
19 de diciembre de 1999, Bombonera. Boca empata 0 a 0 con Talleres por la fecha 19 del Apertura pero ni siquiera con un triunfo le hubiera alcanzado para la vuelta olímpica, porque el empate 2 a 2 de River en cancha de San Lorenzo decretó campeón al equipo millonario. El campeonato riverplatense no empañó ni el aliento ni el apoyo del Jugador Nro. 12 a su equipo. Fiesta asegurada pese al dolor.La comparación es muy fuerte. Primero porque entre un caso y otro, sólo hubo seis meses de diferencia. Y segundo, porque refleja muy claramente el ADN de ambas hinchadas ante un traspié doloroso como es perder la chance de salir campeón y que encima el rival de toda la vida se lleve el título.
La gente de River asumió la derrota silbando al equipo, insultando a dirigentes y jugadores. El Nro. 12 asumió la derrota alentando a Boca, a los colores. Cantando con entereza y sin entrar en actitudes histéricas. Y eso que Boca perdía la chance concreta de su primer tricampeonato consecutivo. Logro con que el simpatizante de River cree que puede llegar a humillar a un hincha de Boca.
Nuestro concepto de humillación es muy diferente. Para un boquense es humillante agredir al propio equipo cuando las cosas no salen sin importar que se haya luchado hasta el final buscando un objetivo.
Aquella tarde de diciembre de 1999, el Jugador Nro. 12 dio una nueva clase práctica de apoyo incondicional en la derrota. Una forma de ser que premia el esfuerzo y el no bajar los brazos aunque la realidad sea adversa y la derrota esté consumada. Cuando las radios confirmaron el empate en cancha de San Lorenzo y relataban la vuelta olímpica de River, el hincha de Boca respaldó a su equipo cantando más fuerte y aplaudiéndolo.
Esa tarde, la hinchada de Boca salió campeón demostrando que en su escala de valores están el aliento a la garra, a la lucha, el respeto y el reconocimiento a los jugadores y por sobre todas las cosas, el amor a Boca. Un amor que está por encima de todas las cosas. Incluso de una vuelta olímpica de River.
Pobrecitos los que en su escala de valores tienen el paladar negro. Los que para alentar a su equipo tienen que evaluar primero si se jugó bien. Los que ponen una vuelta olímpica de Boca por encima del amor a su camiseta.