Acorde a la lenta aceptación por parte de las distintas sociedades, a comienzos de la década del 80 tuvo bastante impulso el tema de las hinchadas homosexuales. Estamos hablando concretamente de hinchadas de distintos clubes que se subdividían claramente de acuerdo a sus preferencias sexuales. Los hinchas heterosexuales por un lado y los homosexuales por otro.
Fuente: revista El Gráfico número 3138 correspondiente al 27 de noviembre de 1979.
Acá en la Argentina no se llegó nunca a dicho escenario en forma organizada, aunque hemos detectado ejemplos puntuales manifestados en forma natural durante las pocas veces que el estadio de River estuvo colmado sólo con simpatizantes locales.
Acá en la Argentina no se llegó nunca a dicho escenario en forma organizada, aunque hemos detectado ejemplos puntuales manifestados en forma natural durante las pocas veces que el estadio de River estuvo colmado sólo con simpatizantes locales.
El tema es que hace unos días la Asociación Americana de Psiquiatría, entidad pionera y de vanguardia en estos temas, al punto de ser quien decidió eliminar la homosexualidad del “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM)”, nos alertó de un fenómeno que está sucediendo delante de nuestras narices desde comienzos de 2009: la disforia de hinchada en el público que habitualmente sigue a River.
Hasta ahora conocíamos la disforia de género, que según Wikipedia es el término con el que se designa a las personas que tienen una contradicción entre su "sexualidad psicológica" y su "sexualidad genital". La enorme mayoría de las personas se identifica y siente como propio el sexo genital o biológico de asignación, pero debido a la diversidad humana hay casos de personas que sufren esta disfunción.
La disforia de hinchada que está padeciendo el público riverplatense es todavía algo más compleja de entender. Pero vamos a tratar de ejemplificar para ser lo más claro posible.
Históricamente la hinchada de River vendría a ser una chica que siempre fantaseó ser hombre. Siempre quiso que su presencia sea intimidatoria y reconocida como la de un varón. Pero esto jamás ocurrió básicamente por sus cualidades innatas: cánticos en voz baja y aguda, sus silencios, sus tribunas vacías y sus arranques de histeria descargando problemas emocionales sobre quien se le pusiera adelante, así se llamara Ángel Amadeo Labruna.
Ahora bien, esa chica finalmente se operó para cambiar de sexo a partir de 2009, año en que Boca deja de vender entradas y le da vía libre para que sea líder en recaudaciones. Tras la operación, la chica finalmente empieza a llenar su tribuna en forma mucho más seguida. La chica por fin se parece a un hombre. Habla como hombre, se siente un hombre. Pero a la hora de los bifes, a la hora de demostrar y comportarse como un verdadero hombre, se le viene el mundo abajo. A la hora de ayudar a su equipo a sacar unputo punto que lo salve de la Promoción 2011, no puede. No hay caso. No se le para. Y si gracias a la ayuda de Olé la medicina se le para, no puede gozar.
A esta altura, usted estará pensando que todo esto es un chiste pero, lamentablemente, no. La hinchada de River no fue capaz de ganar un partido. Se cree que para ayudar a su equipo desde las tribunas basta con llevar gente, amenazar a un árbitro en el entretiempo o incluso invadir un campo de juego para empujar a sus jugadores. Porque ni siquiera los cagó a trompadas. Los empujó.
Es como si esa chica operada que ahora se ve como un hombre, finalmente se decide e invita a una mina a cenar afuera. Luego la lleva a su departamento donde ya tenía preparada velas, sábanas de seda, música chill-out (?), etc. Todo pensando que eso sólo lo hace macho, que con eso solo va a lograr la tan deseada erección y por fin concretar de una vez por todas lo que está buscando desde hace toda una vida. Pero no.
En términos de hinchadas, tener una erección, consumar un acto sexual, gozar un orgasmo, es alentar, empujar. Es ser un jugador más. En definitiva, es ser hincha de Boca.
Ojo que el drama que está viviendo la gente de River tiene solución. Pero necesita de un tratamiento serio. No basta con un par demedios de comunicación amigos que le repitan todos los días "...sos el más macho, vamos, dale que sos el que la tiene más grande...".
Dicen que el primer paso para recuperarse de una enfermedad, es reconocer el problema. Ese es nuestro aporte totalmente desinteresado (?). El Jugador -1 sufre de disforia de hinchada. Hagan lo que quieranmuchachas muchachos.
Muchas gracias al Passucci Dr. Juan Ignacio Soria, médico especializado en disfunciones sexuales.
Hasta ahora conocíamos la disforia de género, que según Wikipedia es el término con el que se designa a las personas que tienen una contradicción entre su "sexualidad psicológica" y su "sexualidad genital". La enorme mayoría de las personas se identifica y siente como propio el sexo genital o biológico de asignación, pero debido a la diversidad humana hay casos de personas que sufren esta disfunción.
La disforia de hinchada que está padeciendo el público riverplatense es todavía algo más compleja de entender. Pero vamos a tratar de ejemplificar para ser lo más claro posible.
Históricamente la hinchada de River vendría a ser una chica que siempre fantaseó ser hombre. Siempre quiso que su presencia sea intimidatoria y reconocida como la de un varón. Pero esto jamás ocurrió básicamente por sus cualidades innatas: cánticos en voz baja y aguda, sus silencios, sus tribunas vacías y sus arranques de histeria descargando problemas emocionales sobre quien se le pusiera adelante, así se llamara Ángel Amadeo Labruna.
Ahora bien, esa chica finalmente se operó para cambiar de sexo a partir de 2009, año en que Boca deja de vender entradas y le da vía libre para que sea líder en recaudaciones. Tras la operación, la chica finalmente empieza a llenar su tribuna en forma mucho más seguida. La chica por fin se parece a un hombre. Habla como hombre, se siente un hombre. Pero a la hora de los bifes, a la hora de demostrar y comportarse como un verdadero hombre, se le viene el mundo abajo. A la hora de ayudar a su equipo a sacar un
A esta altura, usted estará pensando que todo esto es un chiste pero, lamentablemente, no. La hinchada de River no fue capaz de ganar un partido. Se cree que para ayudar a su equipo desde las tribunas basta con llevar gente, amenazar a un árbitro en el entretiempo o incluso invadir un campo de juego para empujar a sus jugadores. Porque ni siquiera los cagó a trompadas. Los empujó.
Es como si esa chica operada que ahora se ve como un hombre, finalmente se decide e invita a una mina a cenar afuera. Luego la lleva a su departamento donde ya tenía preparada velas, sábanas de seda, música chill-out (?), etc. Todo pensando que eso sólo lo hace macho, que con eso solo va a lograr la tan deseada erección y por fin concretar de una vez por todas lo que está buscando desde hace toda una vida. Pero no.
En términos de hinchadas, tener una erección, consumar un acto sexual, gozar un orgasmo, es alentar, empujar. Es ser un jugador más. En definitiva, es ser hincha de Boca.
Ojo que el drama que está viviendo la gente de River tiene solución. Pero necesita de un tratamiento serio. No basta con un par de
Dicen que el primer paso para recuperarse de una enfermedad, es reconocer el problema. Ese es nuestro aporte totalmente desinteresado (?). El Jugador -1 sufre de disforia de hinchada. Hagan lo que quieran
Muchas gracias al Passucci Dr. Juan Ignacio Soria, médico especializado en disfunciones sexuales.